Llega un momento en el que aprendes que decir hasta pronto, es más difícil que decir adiós. Porque entraña mucho más significado. Recordar, agradecer, querer. No olvidar. Por eso a Vallecas le dolió tanto cerrar la era de los Iraola, Catena, Fran y Comesaña. Tantos años de sudor, rayismo y tirones de orejas. Así son las mejores amistades, imperfectas. Lo del barrio con ellos fue más, mucho más. Ya pasado, historia. Gloria de un club que seguirá pese a todo, pero que no olvida a quien lo merece. Hasta pronto, a la generación de la ?casi Cartuja? y ?casi Liverpool?. Hasta siempre.
Punto y seguido a una temporada que ha regado alegría como un aspersor. Que aún lo hace: fantasía de utópicos, porque acabe como acabe, merecía hacerlo con ilusión en Mallorca. La última bala de un equipo que hizo a un humilde barrio tomarse las uvas con la retina en el Canal de la Mancha y abrazarse desconsolado a tantos desconocidos. La alegría, a veces, se mide en recuerdos. Pero mirando al presente, para quien conservase un 1% de fe en las opciones europeas, victoria y runrún. Esta quimera necesitaba un triunfo y un cable kilométrico en múltiples estadios. Se dio.
Ganó la Franja, dibujada en un once con mensajes: Lejeune fuera (el harakiri de Elche fue una mancha muy grande en una temporada de notable) y Chavarría, dentro. Esto último, un grito de que en ese 15 hay un talento. Un diamante por pulir, cuyo único pecado fue tener por delante a una estrella como Fran García. El año que viene, otro gallo cantará. Jugó como extremo, con Álvaro García en una atípica mediapunta. Mucho balón, poco cañón
El experimento tardó en funcionar, pero acabó haciéndolo. En la primera parte fue debilidad y por momentos, hasta títere de un Villarreal que bailaba al son de Parejo. La brújula de un equipo que toca sin un atisbo de prisas. De un lado al otro, como un péndulo. Hasta relucir una monotonía soporífera. Porque aunque el dominio fue mayoritariamente suyo, Dimitrievski apenas tuvo que intervenir. Mucho balón y poco cañón.
El Rayo tardó en despertar, tardó mucho; pero cuando lo hizo, fue un torpedo imparable. Impulsado por un RdT al que la ansiedad parece haberle dado tregua, abriendo la puerta de que la temporada que viene, su pistola sea terror. El killer fue el autor de un cabezazo en el corazón del área que sorprendió a Reina a contrapie y entró en la jaula. Rugido y 1-0.
¿Y si sí"
Todo lo previo, diluvio universal incluido, fue pasado. Olvido. A partir de ahí empezó otro partido, monopolizado por la valentía, el coraje y la nobleza. Por un Rayo que no puso el freno de mano, encontrando poco después el 2-0 por medio de Isi, que con un zurdazo raso hizo de oro un jugadón previo de Comesaña. Luchó el capitán, corriendo hasta línea de fondo e inventándose un regate a dos que dejó solo al 7. Más de medio gol, en sus botas.
Todo fue más fácil de controlar desde entonces, con el 2-0 en el destrozado marcador de Vallecas y la afición, al rojo vivo. Sabedo...
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